sábado, 23 de julio de 2011

Medios y Educación.





Fue el video del momento hace unas dos semanas. Un señor se pone muy nervioso ante el juego y la derrota de su equipo, que al perder el partido estaba muy cerca de ir al descenso (algo que finalmente sucedió).

No se sabe sí es una actuación o el proceder de este señor es espontáneo. Lo que se comentó es que habría sido grabado de “contrabando” por algún familiar y luego subido a la web.

En el video lo que se escucha son insultos, muchas malas palabras (o como quieran llamarlas), dirigidas especialmente hacia los jugadores del club de sus amores.
Los medios poco más que convirtieron en un ídolo a su protagonista. Se reprodujo el video hasta en los noticieros.

Fue reporteado en programas de radio y televisión, muchos de ellos en donde el tema Educación prácticamente no existe entre sus secciones.
Y una radio lo cruzó al nombrado con el ganador de la primera vuelta y Jefe de Gobierno de la Ciudad, quien al saludarlo le dijo que lo hacía con el “hombre del día” (ironía porque el Jefe de Gobierno un día atrás había ganado como se dijo ampliamente la elección y él seguramente era la persona más buscada por los medios). Tal vez el Jefe de Gobierno en la euforia por su abrumador triunfo no se dio cuenta del alcance de sus palabras.

También hay que rescatar que el protagonista tuvo una actitud moderada luego de su inesperada fama.

Reflexiones:

Tal vez el video es gracioso y le gustó a miles de personas, pero:
¿Es bueno darle tanta trascendencia a un video con esas características?

Esas mismas personas que disfrutan con esa grabación¿ son las que critican al sistema educativo?

¿No son esos mismos medios y sus periodistas los que se rasgan las vestiduras en esos noticieros cuándo el país aparece en malas posiciones en las pruebas internacionales de calidad educativa?

¿Puede un Jefe de gobierno, responsable entre otras cosas de la Educación de la Ciudad tener la actitud comentada?

Que muchos se entretengan con algo así no es criticable. Pero no convirtamos a su protagonista en ídolo. Y menos desde posiciones en donde la palabra llega a millones de personas.

Después no nos quejemos.