sábado, 7 de mayo de 2011

Actos escolares.








Todos escapan a ellos. Algunos por no tener ganas de escribirlo. Otros por el temor de trabarse en su lectura y pasar un mal momento. Otros por la posibilidad de recibir algún silbido o burla de un alumno rencoroso o que quiere hacerse notar por su viveza, ante sus compañeros.

Son los discursos escolares. También hay que admitir que muchos colegas piden a sus compañeros sí tienen algún discurso ya hecho sobre el prócer o acontecimiento a homenajear. Algo muy feo. Seguramente esos colegas son los que se pasan criticando a los alumnos por su falta de estudio o trabajo en clase y en su casa. O porque sus trabajos de investigación son copias textuales del de otros alumnos, o de un libro o página de internet.

Hablar en un acto no debería tener muchas dificultades. Lo fundamental es tener una base informativa sobre el personaje o acontecimiento sobre el que se habla. Internet es una buena fuente para ello.

Hay que pensar que el acto no es una clase, pero tampoco el discurso tiene que ser “entretenido “tal como proponen en general para la educación los “especialistas en educación que nunca tocaron una tiza”.

Una breve reseña de ese personaje o prócer, su importancia en la historia y su legado será lo más importante del discurso.

Otra cosa importante es no convertir el escenario del acto en una tribuna, expresar las ideas políticas del disertante, como sí fuera un discurso en campaña política. Hay que pensar que en un colegio hay mucha gente, con visiones distintas de muchos personajes y sucesos históricos.
Y no es correcto transformar el discurso en una arenga, se pierde el espíritu de la ceremonia. Y es autoritario porque a diferencia de un debate alguien que no esté de acuerdo no puede expresarse.

Y en cuanto a los actos de colación de grados, de despedida de los egresados del colegio: es bueno no caer en los lugares comunes: los queremos mucho, las puertas del colegio están siempre abiertas para ustedes, los vamos a extrañar, etc, etc.
Se los puede despedir de manera sencilla, pocas palabras, sinceras y simples.
Y fundamentalmente quien despide a los alumnos lo hace en nombre de todos los integrantes de la Institución. No caer en la primera persona del singular, no creerse protagonista de la ceremonia, en tal caso los únicos protagonistas son los egresados.

Y en general para todos los actos, que su duración sea razonable, que las colaboraciones de alumnos o de otros profesores (canciones, dramatizaciones) sean un aporte para el acto y no para el lucimiento o el entrenamiento de un posible futuro artístico de esas personas.

Los actos escolares una parte también importante del proceso educativo y de la vida en las aulas.