sábado, 17 de julio de 2010

Licenciados y demás.


En los últimos años de la década del 90 corría el rumor que para seguir trabajando en el sistema los docentes debían tener un título universitario. Recordar que el título de profesor en Ciudad de Buenos Aires lo expide la UBA y los institutos terciarios de profesorado entre los que se destacan el Instituto Joaquín V González, el Instituto Mariano Acosta, el Instituto Alicia Moreau de Justo y el Instituto Técnico del Profesorado que depende de la Universidad Tecnológica Nacional.

Es así como surgen hace unos doce años las licenciaturas en enseñanza en varias universidades privadas y en algunas estatales, todas ellas cobrando un arancel que en promedio rondaba los ciento cincuenta pesos de la época (todavía años de la convertibilidad, eso significa ciento cincuenta dólares).

El interés o necesidad hace que miles de docentes se inscriban y cursen esas carreras.
Y con gran esfuerzo se avocan a esos estudios y la mayoría los termina.

Surge una camada de licenciados en enseñanza de las diferentes ramas de las enseñanzas. También muchos licenciados en gestión educativa.

Es así que ahora al ver el plantel de numerosos colegios, profesorados y universidades, sobre todo privadas, es grande la cantidad de egresados de esas carreras.

La pregunta: ¿es necesario como algunos colegas, hacer figurar su nombre y apellido precedido de licenciado o aún de licenciado profesor? ¿No es mucho? ¿No lo es comparándolo con quienes se quemaron las pestañas en licenciaturas como las de ciencias exactas o de historia, geografía o filosofía, psicología y muchas otras en la UBA?
¿No alcanza con el ya de por sí importante Profesor?
Hasta se ven magister…………

Me contaba Luis el amigo de la secundaria, Licenciado en Química de la UBA y que trabaja en la City (Municipio) de Los Ángeles, que allí sólo en situaciones muy formales se menciona a alguien con su título. Sé es Luis, Pedro, Tommy o Jack.
Dejemos de lado el uso de tanto título, bien ganado por otra parte, y dediquémonos a hacer cada vez mejor nuestro trabajo.

Por otra parte en nuestros colegios se desempeñan muchos médicos, abogados, contadores, etc. Y lo hacen porque es totalmente legítimo y acorde a las exigencias del Estatuto del Docente. Además muchos de ellos realizaron las carreras que incluyen materias pedagógicas y convierten su título en docente. La pregunta es porque llamarlos doctor, o ingeniero o licenciado. Son profesores como todos. Esa es la función que realizan en las escuelas.

Y todo esto nos remite también a algunos presentadores, periodistas, comentaristas, que son llamados Doctor porque lo son, pero en esas instancias no están actuando como tales.

La gente se admira más por sus logros y bonhomía que por lo pomposo de anteponer a su nombre y apellido sus títulos.