sábado, 1 de mayo de 2010

Las preguntas deben estar perfectamente formuladas.


Hace ya muchos años circuló un archivo en Internet muy interesante. Su título era una pregunta que un profesor le hacía a su alumno en su examen de Física ¿Cómo medir la altura de un edificio con un barómetro? Pueden encontrar también la historia, sí nunca la leyeron, entre otros en este enlace:

http://www.grupoalianzaempresarial.com/edificio.htm

En síntesis: el alumno Niels Bohr se “burla “de su profesor(presumiblemente Ernst Rutherford) respondiéndole a la pregunta aludida de diversas maneras, como: “le ato una cuerda, lo bajo desde la azotea hasta tocar el piso y luego mido la longitud de la cuerda” o cuando le piden que use conocimientos físicos dice: “la dejo caer y mido el tiempo en que toca el piso, luego calculo la altura que es igual a 0,5 por la aceleración de la gravedad por el tiempo al cuadrado”. Y así sigue con respuestas correctas, no cuestionables, acordes al enunciado de la pregunta. Esas respuestas incluyen al ir avanzando Bohr en sus “irónicas respuestas” argumentos físicos muy elevados.

Obviamente el profesor esperaba aquello que le respondería cualquier estudiante medianamente preparado: aplico el teorema general de la hidrostática: la diferencia de presión atmosférica medida por el barómetro entre la azotea y la calle por el peso especifíco del aire es igual a la altura el edificio.
Pero el profesor debió prever lo que luego le enseñaría su alumno: que enunciada en forma genérica esa pregunta tiene varias posibles respuestas, aplicando o no conocimientos físicos. Aunque alguna de esas respuestas son genialidades que sólo en alumnos brillantes se podrían esperar.

La primera vez que recibí ese adjunto lo imprimí y se lo di a algunos compañeros y pensé que ¡buen material para una clase de profesorado! Supongo que debe ser parte de las actividades de no sólo los profesorados de Física, sino de cualquier otra disciplina.
Desde ya es fundamental en nuestras evaluaciones que las preguntas y consignas sean claras y que en ellas trascienda sin dudas que es lo que queremos evaluar en el alumno.

Una vez integrando un tribunal examinatorio, una compañera le corregía el examen a un alumno. Le había dado entre otros un problema de dinámica. El enunciado era más o menos así: Un cuerpo tiene una masa de 20 kg ¿Cuál es su peso? (No era esa toda la pregunta pero es la parte que ahora interesa).Respuesta del alumno: 20 kgf (kilogramos fuerza).Totalmente correcta. Pero mi compañera dice “está mal, sí es en la Luna no es 20 kgf”; pero vos no se lo aclaraste le dije. La profesora quería que aplicase la ley de masa de Newton y que utilice la fórmula correspondiente, es decir daba eso por implícito, pero la anécdota central de esta entrada nos deja como lección que nada es implícito todo hay que hacerlo constar bien claro en las preguntas. No recuerdo como terminó la cuestión pero evidentemente mi colega no estaba en lo cierto con su primera actitud.

Algo parecido le pasó también a quien esto escribe. En una prueba escrita se preguntó ¿Pueden existir átomos de un mismo elemento con distintos números másicos? Un alumno respondió en su hoja de examen, Sí.
Ante la acotación mía que faltaba justificar, el alumno me dijo que eso no estaba en la consigna. Y tenía razón, aunque cualquiera lo hubiera hecho aunque no lo exigiera la pregunta y completaría que esos átomos de un mismo elemento con distintos números másicos se los llama isótopos. Pero era incuestionable la actitud del alumno.
A partir de esa experiencia les aclaro a los estudiantes en la primera clase, en donde se dan las pautas de trabajo, que toda pregunta por sí o por no debe ser justificada, aunque el enunciado no lo explicite. Algo que quedará implícito en todo el desarrollo de la materia, sea evaluaciones, clases, etc. Y que ese es el espíritu de una Ciencia. Pero tiene que quedar claro desde la primera clase y yo no lo hice.

Lo mismo debe ocurrir con el procedimiento en un ejercicio, siempre debe saberse que tienen que figurar en la hoja de prueba, no sólo es cuestión de resolver un problema sino también de demostrar como fue el camino realizado.
Por último una polémica sobre esto último comentado y que sucede mucho ya en la etapa universitaria ¿Se debe considerar totalmente errado un problema en dónde el procedimiento es correcto y hubo un error en los cálculos? Generalmente se responde con algún ejemplo de la medicina ¿Qué pasa sí en un examen de glucemia hay un error y eso implica encarar el tratamiento adecuado y suministrar por ejemplo una dosis de medicamento que podría ser fatal para el paciente? Es cierto y eso puede ocurrir. Aunque obvio que en esos casos se realizaría un segundo análisis para confirmar y un eventual tercero sí los dos primeros no coinciden.

Queda entonces la actitud a criterio del profesor, por mi parte no consideraría totalmente nula la respuesta, le asignaría la mitad por decir algo en abstracto, del puntaje asignado a esa respuesta.
Conclusión: Seamos claros con nuestras preguntas. No exijamos lo que no figura en ellas. Valoremos lo que nos responden nuestros alumnos aunque no sea perfecto, pero vayamos guiándolos para que en lo posible no cometan errores que arruinen el puntaje de un examen en preguntas que tenían todo para ser bien respondidas.