sábado, 16 de abril de 2011

Al prestigio no lo afecta una falta de ortografía.










Pareciera que se pueden tener miles de defectos. Incluso el ser opaco, no creativo, mediocre. Pero hay uno que en general es repudiado por cierta gente: tener faltas de ortografía. ¿Pero quién se salva de ellas, aunque sea una en mucho tiempo?

Muchas veces dichas faltas se deben a distracciones, el uso de nuevas tecnologías, teclas que “saltan” y alguna que otra situación. Claro que uno siempre tiene una última responsabilidad sea cual sea en el motivo del error: el no tomar unos segundos en revisar el texto escrito.

En ese sentido, algunos medios fueron impiadosos con el ex ministro de Educación Daniel Filmus ¿Cuál fue su pecado? En su cuenta de Twiter escribió “años de atrazo”. Se equivocó como lo pudo haber hecho cualquiera.

La respuesta de cientos de “geniales” usuarios de la red social no se hizo esperar y hasta crearon un slogan con el error del ex ministro. Habría que ver que pergaminos poseen estos guardianes ocasionales de la ortografía. Y sí además de esos “ingeniosos aportes” de 140 ó menos caracteres de la red social, contribuyeron en algo a la educación del país.

Muestran la falta como una cuestión gravísima, pero es algo natural y que le puede pasar a cualquiera.
Todos nos equivocamos, el problema no está en ello, es una simple falta. Lo que nos podemos criticar es como dijimos anteriormente, es que no nos tomemos unos segundos a revisar lo que escribimos.

Y eso es lo que seguro le pasó al ex ministro. Se trata de un intelectual de vasta trayectoria y una buena gestión en la función pública. La que le permitió ser candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2007 y electo senador por dicho distrito. Y tiene buenas posibilidades de triunfar en la elección de Jefe de Gobierno de este año.

Y al respecto recuerdo esta anécdota personal: una clase había explicado las distintas escalas termométricas y en el pizarrón quedaron los gráficos correspondientes con sus nombres.
En la clase siguiente los alumnos me comentaron que un colega que seguía después de mi clase les había señalado un error cometido por mí: escribir Celcius en lugar de Celsius. Diez en ortografía (aunque es un error en un apellido), cero en compañerismo y ética para mi compañero. El error debió ser comunicado a mi persona y no a los alumnos. Por otra parte los chicos contaban el suceso molestos por la actitud del docente mencionado.

Da la sensación que sólo basta con tener buena ortografía. Obvio que esto es imprescindible, pero además debe existir creatividad en el comunicador, docente, político, etc.

Y sobre todo ser una persona de bien.

Y una falta de ortografía la tiene cualquiera, y esta es preferible a una falta de ideas.


(La imagen que antecede esta entrada corresponde a la ediciòn on line del diario La Naciòn de buenos Aires).