sábado, 16 de octubre de 2010

Nivel socioeconómico y universidad.














El tema es conocido. Los sectores con menos recursos económicos son los que en mayor proporción dejan sus estudios universitarios o directamente no los comienzan.
La mayor parte de ellos debe trabajar, lo que impide en muchos casos que terminen una carrera universitaria en la que ya habían avanzado.
La estadística muestra, que en contraposición en el sector de ingresos altos, hubo un aumento de 7% en su concurrencia a la Universidad.
Y las reflexiones: el ingreso irrestricto no favorece a los más pobres. Las cifras son contundentes. Sí tiene una familia que lo banque económicamente una persona puede mantenerse en la Universidad; sí es pobre aunque el estudiante trabaje se hace difícil sostener sus estudios. Y cada vez más.
La idea de permitir ingresar a cualquier egresado secundario (hablamos específicamente de la Universidad de Buenos Aires) no es mala en sí mismo. Que entren no significa que se reciban.
Pero es correcto que hay muchas personas que ingresan al ciclo básico común “para ver”. Total sí no funciona me voy. Así ya en la primera semana la deserción es muy grande. Y que significa esto: pérdida de mucho dinero del Estado. Y cuando la Universidad, el Estado pierde plata ¡quién lo sufre más! Los más necesitados. Total los más pudientes podrán seguir sus estudios, su familia los bancará. Y sí no pueden en la UBA, siempre habrá una opción privada para continuar.
Y ¿Cuál es la solución?
Sí se restringe el ingreso quizás se evite esa deserción tan prematura y costosa. Pero tal vez no sea lo importante.
Lo bueno es que se inscriban los más capaces sea del nivel económico que sea. Y que los que entran por entrar, tengan un conocimiento previo adecuado del nivel de exigencias de una carrera y de sus posibilidades de completarla. Y que esa noción de sus propias limitaciones los convenza de no iniciar un camino imposible de transitar.
Y que el Estado y las empresas privadas bequen a los alumnos más capaces y con mejores calificaciones en el secundario. Que muchos empresarios se comprometan con el país como lo hacen en los países del primer mundo, aquel que tanto admiran.

(La imagen que antecede esta entrada es de Clarin.com del 4/10)